¿Qué características tiene que tener un buen cuento, en este primer período?

Ilustraciones sencillas, no muy cargadas de estímulo y, preferiblemente, pintadas a mano.

Historias de repetición, en las que va sucediendo lo mismo hasta que, al final, se encuentra la solución.

Historias que contienen rimas o canciones. El ritmo de las rimas y las canciones son el alimento perfecto para un niño de 0 a 3.

Final feliz. Que el mundo es un sitio seguro es una premisa indispensable para poder desarrollarnos plenamente.

Ilustración del cuento «Verano», de Gerda Muller.

 

Ofrecemos, entonces, historias que transmiten ese sentimiento: «Me encuentre los problemas que me encuentre, siempre los superaré».

 

A un niño de 0 a 3 años le basta con un cuento, dos máximo, cada mes (el mismo cuento contado cada día durante un mes entero). A esta edad el niño necesita tiempo para poder integrar las imágenes del cuento, las palabras, la musicalidad de los sonidos… Si le ofrecemos mucha cantidad en poco tiempo, no va a tener tiempo de integrar, como necesita, cada elemento que el cuento le puede ofrecer. De hecho, ellos mismos nos piden una y otra vez el mismo cuento, durante largos períodos de tiempo, pues su cuerpo sabio sabe lo que necesitan. Aunque a los adultos nos aburra leer durante muchos días el mismo cuento, recordemos que es un regalo para los más pequeños hacerles una buena tría y ofrecérselos, con tiempo, presencia y alma, durante un mes cada uno.

 

 “La nueva semilla es fiel.

Se agarra con más fuerza a los puestos que están más vacíos.

Clarissa Pinkola Estés.

 

Entendemos los cuentos como estas semillas que plantamos en la tierra fértil de los niños y que, algún día, sin saber cómo ni cuándo, florecerán. Llenamos de vida los lugares que nuestra sociedad no alimenta, no nutre.

Por este motivo hacemos una selección esmerada y ciudada de los cuentos y las historias que llegan a casa o al aula, en esta primera etapa, y miramos la magia de las palabras como otro alimento más.

Ilustración del cuento «Verano», de Gerda Muller.

¿Qué sitios son estos donde nuestra sociedad actual no siembra?

Estos lugares tienen mucha relación con parar, no hacer, observar, meditar, sentir, descansar, cultivar el fuego interior, inspirarnos pero no para crear o hacer, sino para sentir y crecer por dentro, la muerte (y el nacimiento), el silencio, el ciclo menstrual, la maravilla interior frente a los fenómenos naturales… Nuestra sociedad lo llena todo de luz, ruido, música, estímulos para crearnos necesidades que no son reales… De modo que, poco a poco, nos vayamos desconectando de la maravilla de lo natural, porque creemos necesitar más y más para sentirnos llenos. Pero el exceso, tal y como decía Rudolf Steiner, no nos fortalece, sino que nos debilita. El exceso debilita el alma porque nos hace sentir que necesitamos más para ser felices.

La colección  de cuentos cíclicos, como los de «Pipa y Pele» y los mudos»Verano», «Otoño», «Invierno» y «Primavera» de Gerda Muller, nos muestran el paso rítmico del tiempo a través de los cambios en los paisajes y las tareas diarias de sus personajes y resultan una conexión vital con lo que sucede fuera, que también sucede dentro de cada uno de nosotros.  Cuando, poco a poco, vayamos creciendo, nos damos cuenta de cómo influye en nuestro propio ser interno el paso de las estaciones, del tiempo.

Ilustración del cuento «Pipa y Pele de excursión», de Daniela Drescher.

Además, la conciencia cíclica que ofrecen colecciones como éstas en las que, después del invierno de máxima oscuridad, siempre vuelve la primavera, teje en el interior de los pequeños la sensación de confianza en la vida, la capacidad de comprender, sin necesidad de más explicaciones, que después de la oscuridad siempre devuelve la luz.

Es una responsabilidad, como adultos que acompañamos a niños, preservar la infancia. Esto significa ofrecer experiencias de vida que correspondan con las necesidades que, por edad, van surgiendo, sin avanzarnos, ya que todo lo que debe llegar llegará, e intentar limitar al máximo aquellas imágenes y mensajes que no alimentan esta tierra fértil.

Procurar vivir experiencias de maravilla interior hacia los fenómenos propios de la naturaleza, hacia lo que los humanos no hemos creado ni modificado, forma parte de la nutrición interior que arraiga a los niños, a los adultos, en los momentos más delicados, a la vida. A veces ocurre que somos nosotros, los adultos, los que necesitamos volver a conectarnos en esta naturaleza para poder transmitir este sentimiento de reverencia y maravilla interior a los niños.

Así pues, ¿cómo podemos, los adultos, volver a oír la maravilla interior?

De muchas maneras, pero una de ellas es emocionarnos con la magia de un cuento que nos lo transmita, y por eso es tan importante escoger bien los cuentos que entran en nuestro hogar.

Ilustración del cuento «Pipa y Pele en el huerto», de Daniela Drescher.

Promoción Cajas de cuentos Waldorf de verano

En la Caja 1 de cuentos Waldorf de verano hemos seleccionado los cuentos que unen todos los requisitos para considerarse verdaderas maravillas para el alma de la primera infancia. Entre ellos están los que corresponden a la estación veraniega de Gerda Muller y de «Pipa y Pele». 

Recuerda que la Promoción de las Cajas de cuentos Waldorf está disponible hasta el 19 de junio, ¡y que los gastos de envío son gratuitos!

Caja de cuentos Waldorf  1 (de 0 a 3 años), en castellano, aquí.

Caja de cuentos Waldorf 1 (de 0 a 3 años), en catalán, aquí.

El cuento de los 0 a los 3 años

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